Reflexiones sobre el artículo
“Crisis educativa” de Sara Sefchovich
Los
datos aportados en el artículo de “Crisis Educativa” de Sara Sefchovich aparecido en el periódico "El Universal" en febrero de 2007, con
algunos cambios mínimos en las cifras, son conocidos desde hace ya algún
tiempo. Sin duda, constituyen una base notable para una discusión seria acerca
de la educación en México y sobre las tendencias que esta ha seguido, donde
encontramos que el deterioro de los niveles educativos no se ha podido revertir
a pesar de los cambios en las políticas públicas y a pesar también de la implementación
de nuevos modelos de enseñanza aprendizaje que día a día se nos presentan como
la panacea para la solución de nuestros viejos problemas.
Yo
rescataría principalmente el cuestionamiento que hace la autora acerca de la
calidad de la educación. La calidad debe ser “buena”, pero como ella misma refiere, “… ¿buena para qué? ¿Para entrar al mercado,
con los sistemas de trabajo, productividad y competitividad que éste impone?
¿Para acumular conocimientos? ¿Para formar espíritus críticos? ¿Para crear nuevas
tecnologías y avances científicos? ¿Para fomentar una visión humanista?...”
Me
parece que ésta debe ser la reflexión toral. Me atrevo a asegurar que una causa
relevante del poco nivel académico de nuestros universitarios (aquí solo me
referiré a este tipo de alumnos) es que en nuestras universidades los objetivos
se han centrado en preparar profesionistas para
entrar al mercado, con los sistemas de trabajo, productividad y competitividad
que éste impone. La inserción del universitario en este mercado se ha
convertido en una medida del éxito del programa educativo de una universidad. ¿Es
esto suficiente? La pregunta cobra mayor relevancia si observamos que los
sistemas de trabajo, productividad y competitividad de las empresas mexicanas
presentan una tendencia negativa que parece irreversible. Solo basta con observar los datos del índice anual de
competitividad elaborados por el World Economic Forum donde nuestro país cada
año retrocede lugares a niveles preocupantes en comparación de otros países
latinoamericanos como Chile y Trinidad y Tobago que están mejor calificados.
Es
decir, nuestros egresados entrarán a laborar a organizaciones poco competitivas
y seguramente cumplirán las tareas y objetivos para los que fueron contratados.
¿Pero cuantos de ellos son francamente competitivos e innovadores, globalmente hablando?
¿Cuántos de ellos tienen un capital
intelectual que les permita romper paradigmas y establecer nuevas líneas y
procesos de trabajo?¿Cuantos tienen el nivel de reflexión, de abstracción, de
síntesis para establecer modelos
innovadores? Esto solo se logra, entre otras cosas, con una educación centrada
en formar universitarios con espíritu
crítico, que se forma solo a partir del debate permanente y la
discusión libre de las ideas. Solo a partir del espíritu crítico, eclosiona la
creatividad y la consecuente innovación; solo el cuestionamiento permanente de
lo que hacemos nos permite "to be in the
World", (esto constituye un principio básico de las organizaciones
inteligentes).
El
espíritu crítico solo es posible con
la orientación de las universidades hacia las tareas de investigación científica que nos permitan avanzar con solidez en un
mundo donde el valor agregado más importante, de los bienes y servicios, se
funda en el conocimiento y en la aplicación consecuente de tecnologías propias, Por ello, entre otras razones, la UNAM es la única considerada
dentro de las 200 mejores universidades del mundo, por su fortaleza en la
investigación científica (al igual que el IPN, la UAM , la Universidad
Veracruzana , la Universidad de Nuevo león, la Universidad de
Guadalajara, agregaría yo).
El
espíritu crítico es también la base fundamental de una visión humanista. La
discusión seria acerca de las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la
sociedad, permite desmitificar muchos de los planteamientos acerca de los
derroteros de los avances científicos,
la aplicación de tecnologías y su impacto en el desarrollo social.
Me
parece que todas las universidades deberían de abrir un debate permanente
acerca de si los modelos educativos están contribuyendo a la formación del espíritu crítico. Si es así, entonces
esperaríamos que en nuestro país las
áreas de investigación científica y humanística se multipliquen y se
consoliden como la base fundamental para la creación de nuevos conocimientos y
la acumulación de capital intelectual que cuestione, con bases sólidas, nuestro
quehacer cotidiano, y proponga nuevas opciones de desarrollo que, al final
contribuyan a aumentar la competitividad de la nación y a distribuir con mayor
equidad la riqueza.
Juventino
Martínez Arce
Marzo de 2007
¡Mcuhas gracias por tu lectura y tus opiniones! Voy a ver el link que me dejaste y despues te envio mis comentarios.
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