lunes, 16 de abril de 2012

Weber y la "La ética protestante y el espíritu del capitalismo I"



I.

La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo, constituye una de las obras cumbres del ilustre sociólogo alemán Max Weber, en donde demuestra, a partir de un riguroso análisis histórico, como los valores éticos y religiosos del protestantismo, influirán de manera vertebral, en el desarrollo del capitalismo. Tan es así, que Weber propone implícitamente encontrar el “espíritu del capitalismo” en este ethos religioso que acompaña el advenimiento de la Reforma.

Weber, parte en la introducción, con una inquietud acerca de las razones por las cuales ha sido en Occidente donde han surgido hechos culturales que han marcado el rumbo de la historia de  las sociedades.  Esta cuestión fundamental lo lleva a revisar y algunos eventos culturales acaecidos en diversas culturas y compararlos con los gran avances surgidos en Grecia, los cuales, por la sistematización alcanzada, permiten reconocer en el mundo helénico, la base de las sociedades actuales.  Aunque rescata algunas aportaciones de las culturas de China, Egipto, India y Babilonia, Weber aduce que estos esfuerzos fueron aislados no estructurados cuya trascendencia es significativa en algunas áreas de la ciencia y la cultura, pero que no alcanzan a reconocerse como fundamentales en el desenvolvimiento y madurez de las sociedades actuales.

Por otra parte, Weber se acerca, quizá sin proponérselo, a Carlos Marx cuando afirma que es precisamente en el mundo occidental donde se produce la moderna oposición entre el gran empresario y el jornalero libre, es por eso “que en parte alguna ha sido posible el planteamiento de un problema del cariz que determina la presencia del socialismo”.[1]

Weber en esta parte introductoria de gran interés, establece lo constituirá el argumento toral sobre el cual girará toda la obra: el origen del capitalismo debe buscarse a su vez, en el origen de la burguesía occidental con su organización racional del trabajo libre. Complementariamente, el origen de la burguesía occidental estará determinado por “…el influjo de ciertos ideales religiosos en la constitución de una mentalidad económica –de un ethos económico, apegándonos al caso preciso de los nexos de la ética económica moderna con la ética racional del protestantismo ascético…”.[2]

Weber, poco a poco, va estructurando con elementos históricos, su argumento acerca de la influencia de la ética protestante en la mentalidad económica de los pueblos occidentales. De forma muy concreta, el humanista alemán, señala como el catolicismo y sus nexos con la monarquía, van creando, con el uso desmedido del poder, la concentración de la riqueza y su derroche en actividades improductivas, sus propias contradicciones. Una de las manifestaciones más objetivas de este escenario económico, es el surgimiento del protestantismo como  contrapartida al catolicismo alejado de los problemas del mundo terrenal y a los excesos de la monarquía. Las nuevas doctrinas protestantes enfatizan la importancia del trabajo como única manera de acercarse a Dios frente al distanciamiento del mundo de los católicos ejemplificado en la vida monacal de los siglos XVI y XVII.

Weber encuentra estadísticas interesantes en donde “…(los católicos) demuestran una dedicación más tenaz a persistir en el oficio  llegando a merecer la maestría, en tanto que los otros (protestantes) en mayor número, eligen el trabajo en las fábricas y escalan los cargos altos del proletariado entendido y de la burocracia en la industria.”[3]

Así, Weber encuentra que los protestantes “… tanto en calidad de oprimidos como de opresores, como en mayoría o minoría, han revelado siempre una singular inclinación hacia el racionalismo económico, inclinación que no se manifestaba entonces, como tampoco ahora, entre los católicos en ninguna de las circunstancias en que puedan hallarse.”[4]



Juventino Martinez Arce
Septiembre 2003




[1] p. 13
[2] p.15
[3] p.23
[4] p. 24

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